Un minuto de Julio César

Nacido en 100 a.C. en el seno de una familia patricia venida a menos, Cayo Julio César tuvo una infancia tradicional de la aristocracia romana. No obstante, a los 15 años quedó huérfano de padre y se convirtió así en el cabeza de familia. En aquella época los grandes generales Mario y Sila se enfrentaban por el poder en Roma y, siendo que era sobrino político del primero, César se casó con la hija de un aliado de Mario.

La victoria de Sila trajo problemas al joven aristócrata, que tuvo que huir de la ciudad debido a su negativa a divorciarse de su mujer, exigencia del mismo Sila. Tras lograr ser perdonado gracias a la intercesión de su familia materna, César continuó con su educación militar y fue galardonado por su valentía en el campo de batalla en el este. Además, con tan solo 25 años fue secuestrado por unos piratas, a los que César logró dar caza y crucificar una vez fue liberado.

A su vuelta a Roma comenzó su carrera política, que le llevó por todas las magistraturas del cursus honorum (carrera de los honores) romano. Utilizó sus grandes dotes de orador para labrarse una buena reputación en el foro y en los tribunales, lo que le aseguró la elección a las grandes magistraturas. Tras ser elegido pretor y servir en Hispania como gobernador, volvió a Roma para ser elegido cónsul, el punto álgido de toda carrera política romana.

Tras su año como cónsul marchó a las Galias para llevar a cabo una campaña de conquistas que duraron una década. Se convirtió así en uno de los más grandes conquistadores romanos de la historia, rivalizando con el gran hombre del momento: Pompeyo.

No obstante, el senado y César entraron en un conflicto que no lograron superar, y César marchó sobre Roma con sus ejércitos, dando lugar a una guerra civil. En esta, se enfrentó en varias ocasiones a las fuerzas del senado en diversos lugares del mundo romano. Llegó incluso a Egipto, donde mantuvo un romance con la reina Cleopatra VII.

A su vuelta a Roma fue nombrado dictador vitalicio, pero murió asesinado en el senado por un grupo de senadores conspirados, liderados por antiguos enemigos e incluso algunos aliados del propio César. Con su muerte, volvió a comenzar la guerra civil, ahora entre los que apoyaban a César y los que apoyaban a los asesinos. Pero finalmente prevalecería el hombre al que César había adoptado en su testamento: Augusto.

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