De las historias que sobreviven en el imaginario colectivo sobre las locuras de los emperadores romanos, suele destacar la de Calígula y su caballo, Incitatus. Seguramente todos hemos oído aquello de que “Calígula nombró cónsul a su caballo” pero ¿qué hay de verdad en esa historia?
Las fuentes antiguas como Suetonio o Dión Casio cuentan que Calígula tenía un caballo favorito al que le había construido un establo de mármol, un pesebre de marfil, un collar con joyas, e incluso una casa. Además, ambas fuentes rumorean que Calígula planeaba nombrarle cónsul y que no lo llevó a cabo únicamente porque fue asesinado antes de poder hacerlo.

Los historiadores modernos no están convencidos. Es muy probable que esta historia tenga algo de verdad, en cuanto a que es muy posible que Calígula tuviese un caballo al que mimaba con exageración. Pero, las historias de que el emperador lo llevaba a banquetes oficiales o que lo quería convertir en magistrado o sacerdote son claramente exageraciones.
Los testimonios que sobreviven fueron escritos muchas décadas e incluso algún siglo después del reinado de Calígula, en una época en la que pintar a los Julio-Claudios como locos y enfermos de poder era la norma. Así que lo más plausible es que estas historias fueran exageraciones propagandísticas o incluso chismorreos que atrajesen al lector.
Lo que sí que se baraja entre los historiadores modernos es la posibilidad de que las historias que cuentan Suetonio o Dión Casio estén basadas en bromas que gastaba Calígula a los senadores para humillarlos, haciéndoles entender que él creía que un caballo podía llevar a cabo las labores de un senador, pues estos eran incompetentes y/o inútiles en el imperio.
Debemos andarnos con cuidado con las historias de las fuentes antiguas sobre las locuras de los emperadores, las conjuras palaciegas o los chismorreos de las familias imperiales. ¡Las fake news no son un invento moderno!