Un minuto de Miguel Delibes

Vallisoletano de nacimiento, fue el tercero de ocho hermanos, hijo de Adolfo Delibes, catedrático de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio vallisoletana. 

En 1936, con el estallido de la Guerra Civil, Delibes ingresa en la Escuela de Comercio, donde compagina sus estudios con otros de modelado y dibujo en la Escuela de Artes y Oficios. 2 años después, en 1938 decide alistarse voluntariamente en la Marina, y tras la Guerra vuelve a su ciudad natal a terminar de formarse. 
Una vez termina sus estudios de Comercio, decide seguir formándose ahora haciendo la carrera de Derecho, aunque a partir de este momento comienza a trabajar para el periódico El Norte de Castilla, donde consolidará su carrera periodística. 

Miguel Delibes de caza

Es en 1943 cuando decide estudiar un curso intensivo de periodismo en Madrid, y regresa a su ciudad con el carnet de periodista. Así, en febrero de 1944 le nombran redactor del Norte de Castilla. Comienza a publicar sus primeros artículos, que serán comentarios cinematográficos en su mayoría. 

En 1946 se casa con Ángeles de Castro, el amor de su vida y con quien tendrá 7 hijos. 

En 1947 termina su primera novela La sombra del ciprés es alargada, que obtendrá al año siguiente el Premio Nadal. Sin embargo, será con su tercera novela, El Camino con la que alcanzará su consagración literaria; y en 1958, tras años escalando en la estructura interna del periódico, es nombrado director interino del diario donde comenzó a trabajar. 

Se trata de un autor muy prolífico que va adquiriendo renombre a nivel tanto nacional como internacional por la publicación de sus obras, que además comenzarán a traducirse a diversos idiomas. Asimismo, varias de sus obras se llevarán al cine, entre ellas Los Santos Inocentes, de la mano de Mario Camus. En 1961 culmina su escala en el periódico El Norte de Castilla nombrándosele director del mismo.  

Debido a enfrentamientos políticos debe dimitir como director del diario en 1963, aunque lo sigue dirigiendo en la sombra hasta tres años más tarde. Mientras, continúa publicando diversas obras, no solo novelas sino crónicas de viajes y de temas relativos a la caza, una de sus pasiones. 

En años posteriores comienza a formar parte de la Real Academia Española y se hace miembro de la Hispanic Society of America. 

En 1974 fallece su esposa de manera prematura, algo que marcará el resto de sus días. 

Miguel Delibes y María Ángeles de Castro

Algunas de sus obras más destacadas y conocidas serán Mi idolatrado hijo Sisí, Los Santos Inocentes, El Hereje, La sombra del ciprés es alargada o Cinco horas con Mario

Será galardonado con numerosos premios a lo largo de su prolífica carrera, entre ellos el ya mencionado Premio Nadal o el Príncipe de Asturias, así como el Premio de las Letras y el Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes”. Será también nombrado doctor Honoris causa por la Universidad de Valladolid y años más tarde por las universidades del Sarre y de Alcalá de Henares, entre otros honores y galardones. 

Apasionado por la caza, por Castilla y por la ecología, además de otros intereses, los temas de sus libros siempre oscilarán entre esos temas costumbristas y cercanos al autor. 

Tras una vida muy completa y una producción tan magnífica como extensa, fallece el escritor a los 89 años en su ciudad natal, donde hoy reposan sus restos mortales en el Panteón de Hombres Ilustres de Valladolid, acompañados por los de su mujer.

Cayo Mecenas: ¿Ministro de Cultura?

Cayo Mecenas, amigo personal y consejero político del que fue primer emperador de Roma, Augusto, es uno de los personajes más interesantes, a la par que importantes, de su época. Su nombre es sinónimo de aquellas personas que financian y/o protegen a artistas y que promueven sus obras, acciones que el Mecenas original llevó a cabo durante los primeros años del reinado de Augusto. En este artículo vamos a tratar brevemente la vida de este personaje, muchas veces oscurecida bajo la sombra de Augusto, Agripa y otros hombres destacados del comienzo del imperio.

Busto de Mecenas en Galway, Irlanda.

Mecenas nació en 70 a.C. en una familia de origen etrusco. Su familia era acomodada, pero no tenía antepasados que hubiesen participado en la política de Roma, por lo que no era parte de la aristocracia senatorial, sino de la clase ecuestre. Se decía descendiente de la gens Cilnia, una familia de la aristocracia etrusca que había disfrutado de una gran importancia (y riqueza) desde hacía siglos. No sabemos mucho de su vida temprana, pero el poeta Propercio parece indicar que Mecenas participó en las campañas tempranas de la guerra civil tras el asesinato de Julio César, acompañando al hijo adoptivo de este último.

Lo que sí sabemos es que, desde un tiempo muy temprano, era amigo de Octaviano, y que fue el encargado de organizar el matrimonio de este con Escribonia en 40 a.C., lo que indica una relación cercana entre ambos hombres. Más tarde, Mecenas actuaría como representante de Octaviano en las negociaciones con Marco Antonio y Lépido en el Tratado de Bríndisi (40 a.C.), en el que se renovó el Triunvirato, y en el que se estableció el matrimonio de Antonio con la hermana de Octaviano. Una vez más, Mecenas se destaca como uno de los confidentes más cercanos del futuro emperador cuando unos años más tarde, en 37 a.C., actuó como su representante en las negociaciones de intercambio de tropas con Marco Antonio y, además, cuando fue enviado a Roma a mantener el orden mientras Octaviano y Agripa acababan con Sexto Pompeyo en Sicilia (36 a.C.).

Alex Wyndham como Cayo Mecenas en «Roma» de HBO.

Está claro que la importancia política de Mecenas, a pesar de que nunca ocupó magistraturas oficiales, era inmensa. Actuaba como representante de Octaviano, y como dirigente de Roma cuando este se ausentaba, lo que le permitía controlar, desde una posición informal (y, por tanto, más libre), a los amigos y enemigos del triunviro en Roma. No obstante, por lo que Mecenas es conocido hoy en día es por la protección y el patrocinio que brindó a los poetas más destacados de la literatura romana. Sabemos que en 38 a.C. conoció a Horacio, al que tomó bajo su protección, en una época en la que ya había comenzado a patrocinar a otros poetas como Virgilio. Esta práctica ha llevado a los historiadores modernos a considerarlo como un cuasi-ministro de cultura de Augusto, aunque esto resulte un anacronismo. El legado que dejaron los poetas, gracias en gran medida a la ayuda prestada por Mecenas, ha supuesto que su nombre se haya convertido en sinónimo de protector de las artes.

«Gaius Maecenas (70 a.C. – 8 a.C.) supports declining fine arts» de Gérard de Lairesse, ca. 1660.

Las grandes obras de Horacio, Virgilio y Propercio, entre otros, pudieron llevarse a cabo gracias a que Mecenas se interesó por su labor poética y les prestó la ayuda monetaria, política y de lo que hiciese falta para que estos pudiesen crear. Estos poetas mostraron su agradecimiento en algunos versos en los que le mencionan a él y su patronazgo. Es más, las “Odas” de Horacio comienzan con una referencia a su protector:

“Mecenas, descendiente de antiguos reyes, refugio y dulce amor mío, hay muchos a quienes regocija levantar nubes de polvo en la olímpica carrera, evitando rozar la meta con las fervientes ruedas, y la palma gloriosa los iguala a los dioses que dominan el orbe.”

Se cuenta también que Virgilio escribió sus “Georgicas” en honor a Mecenas, al que menciona al comienzo del Libro I:

“Qué es lo que hace fértiles las tierras, bajo qué constelación conviene alzar los campos y ayuntar las vides a los olmos cuál es el cuidado de los bueyes, qué diligencia requiere la cría del ganado menor y cuánta experiencia las económicas abejas, desde ahora, oh Mecenas, 5 comenzaré a cantarte.”

Propercio también menciona a Mecenas al comienzo de sus “Elegías”, mostrando su importancia y agradecimiento:

“Pero, si los hados, Mecenas, me hubieran concedido el poder de guiar huestes heroicas a la guerra, no cantaría yo a los Titanes, no al monte Osa colocado sobre el Olimpo, para que el Pelión fuera el camino hacia el cielo, no la antigua Tebas ni a Pérgamo, gloria de Homero, ni los dos mares que fueron unidos por orden de Jerjes , o el reinado primero de Remo o el orgullo de la altiva Cartago, ni las amenazas de los cimbros y las hazañas de Mario: las guerras y hechos de tu querido César celebraría y tú serías mi segundo objetivo después del gran César”

Como podemos ver, la relevancia de Cayo Mecenas en la literatura latina, en especial la del imperio, no puede ser subestimada. Es muy posible que sin él y sin su patrocinio, Virgilio, Horacio o Propercio no hubieran llegado a escribir sus obras, o, al menos, no habrían disfrutado de la visibilidad y reconocimiento que merecían por su talento y habilidad. En este sentido, Mecenas definitivamente merece el legado que su nombre ha llegado a tener.

«Horace, Virgil and Varius at the house of Maecenas» de Charles François Jalabert, 1777.

No obstante, parece ser que hacia el final de su vida, su relación con el emperador Augusto se deterioró. Las fuentes indican que la causa fue la mujer de Mecenas, Terencia. Algunos dicen que Augusto se disgustó con su consejero cuando este reveló a su mujer el descubrimiento de una conspiración en la que el hermano de Terencia era partícipe, mientras que otros señalan a la aventura amorosa que Augusto y la mujer de Mecenas disfrutaron como el origen de los problemas entre los viejos amigos. En cualquier caso, cuando Mecenas falleció en 8 a.C., en su testamento dejó todas sus posesiones al emperador, así que es posible que la relación no hubiese resultado tan dañada como podríamos pensar.

La Batalla de Alesia: César vs Vercingétorix

Cayo Julio César, tras su consulado en 59 a.C., había sido enviado a las provincias galas de la república romana como procónsul (gobernador), donde llevaría a cabo una de las campañas más famosas de la historia que fue relatada por él mismo: la Guerra de las Galias (58 a.C. – 50 a.C.). Durante este período, César conquistó la actual Francia, y fue el primer general romano en cruzar el Canal de la Mancha y el río Rin al frente de un ejército. Las campañas de la Galia se caracterizaron por las luchas entre Roma y las distintas tribus galas que, divididas, no presentaban un rival suficiente como para expulsar al invasor romano. Esto es hasta el 52 a.C. con la revolución de Vercingétorix, que fue el último gran intento por parte de los galos de expulsar a los romanos antes de la anexión del territorio.

Introducción a La Guerra de las Galias de Julio César
Mapa de las campañas de César. En morado las conquistas en la Galia.

Para el año 53 a.C., César había establecido su control sobre gran parte de la Galia y, tras sofocar una revuelta liderada por el líder de los eburones (tribu del norte de la Galia), Ambiórix, esta había sido reducida a un estado de tranquilidad, en palabras del propio César. No obstante, al comenzar el año 52 a.C., los galos comenzaron a preparar una nueva guerra con la que intentar zafarse del control romano. César se encontraba ocupado en sus provincias al norte de Italia, encargándose de sus deberes administrativos, lo cual alentó a los galos a actuar con mayor atrevimiento.

La rebelión comenzó con el asesinato masivo de ciudadanos romanos en las ciudades galas. Las noticias de esta rebelión se expandieron por toda la Galia a una velocidad vertiginosa y pronto un jefe galo logró organizar bajo su autoridad a las tribus anti-romanas. Su nombre era Vercingétorix y, según César, este se convirtió por decisión unánime en el comandante supremo de las fuerzas rebeldes. Vercingétorix logró unificar a un gran número de tribus (y soldados) bajo sus órdenes, una amenaza más que real para la conquista de César. En cuanto este se enteró de lo que sucedía, volvió junto a sus legiones lo antes que pudo para hacer frente a los galos unificados y tratar de evitar que la rebelión se extendiese por toda la Galia.

Vercingétorix - Enciclopedia de la Historia del Mundo
Estatua de Vercingétorix (siglo XIX).

Tras una serie de enfrentamientos entre galos y romanos, Vercingétorix tuvo que retirarse a la ciudad fortificada de Alesia. Allí, César vio la imposibilidad de tomarla al asalto, por lo que decidió tratar de obligar a los galos a rendirse. La ciudad, no obstante, era imponente, y sitiarla de forma efectiva iba a ser un trabajo complicado. César sabía que no tenía suficientes soldados para rodear la ciudad de forma uniforme, por lo que decidió construir una muralla defensiva alrededor de Alesia, una obra de magnitudes colosales. Una circunvalación de 15 kilómetros con reductos fortificados en el perímetro rodeó la ciudad, y los galos de Alesia quedaron atrapados.

Vercingétorix se dio cuenta de que no podría romper las fortificaciones solo, así que aprovechó un punto débil en las murallas de César y logró mandar mensajes al resto de la Galia pidiendo refuerzos. Ante la posible amenaza de sufrir un ataque por la espalda, César decidió construir una circunvalación de 20 kilómetros, con trincheras, fosas y demás fortificaciones en su retaguardia. Colocó su ejército entre ambas, en una especie de sándwich romano, para frenar a los galos de refuerzo. Cuando estos llegaron, les fue casi imposible coordinarse con Vercingétorix dentro de Alesia de forma efectiva, por lo que César logró mantener su posición, y el sitio continuó.

La batalla de Alesia y el futuro de Roma – Descubrir la Historia
Esquema del asedio de Alesia (52 a.C.)

Uno de los episodios más famosos de este asedio sucedió unas 6 semanas desde su comienzo. Los galos se estaban quedando sin comida, y para evitar acabar comiéndose a los civiles (que fue propuesto por uno de los jefes) decidieron expulsarles de la ciudad, con la esperanza de que César los tomase como esclavos y alimentase. César, no obstante, se negó, pues tampoco tenía comida suficiente, y mandó a los civiles de vuelta a la ciudad, cuyas puertas Vercingétorix se negó a abrir. Aproximadamente 5000-10000 civiles murieron de hambre entre las murallas de Alesia y las fortificaciones romanas.

HISTORIA CLASICA: La batalla de Alesia: El asedio
Dibujo de las fortificaciones romanas alrededor de Alesia.

El asedio continuó durante un tiempo, y los galos de un lado y otro de los romanos seguían intentando romper el sitio de César, sin éxito. Finalmente, el ejército de refuerzo galo decidió atacar una de las posiciones más débiles de las murallas romanas con la mayoría de sus hombres. El estruendo de la batalla alertó a Vercingétorix, que salió de Alesia para intentar arrollar las defensas romanas. César mandó todos los efectivos de reserva que tenía a esta zona, e incluso marchó él mismo a la batalla, con el objetivo de alentar a sus hombres. Finalmente, cuando la batalla estaba en su momento decisivo, la caballería germana de César logró salir y rodear al enemigo Galo, que fue atacado por la retaguardia y perdió su empuje, dando la victoria a los romanos.

Al día siguiente, los galos de Alesia se reunieron en un consejo de guerra, donde se decidió entablar conversaciones de paz con César. Este exigió una rendición total de los soldados y jefes galos, que abandonaron Alesia y marcharon al campamento de César, donde fueron tomados como prisioneros. Cuentan las fuentes que Vercingetórix montó su caballo más imponente y se puso la armadura más bella que poseía, rodeó el campamento de César galopando hasta colocarse frente al procónsul. Desmontó, se desvistió y se arrodilló ante su vencedor sin decir palabra alguna, tras lo cual fue tomado cautivo por los romanos, y la Galia había sido pacificada casi al completo.

La batalla de Alesia | Historia Universal
Vercongétorix se rinde ante César.

Lecturas recomendadas:

  • Julio César. La Guerra de las Galias.
  • Freeman, P. (2009). Julio César. Planeta.
  • Goldsworthy, A. (2007). César: la biografía definitiva. La Esfera de los Libros.

Tácito, el más grande de los historiadores romanos

Publio Cornelio Tácito (ca. 55-120) fue un historiador y político romano de finales de siglo I y principios del II d.C., cuyas obras sobre los primeros emperadores han moldeado nuestra percepción actual del Imperio y la familia imperial. Nació en el seno de una familia acaudalada, aunque no noble. Su padre le envió de joven a estudiar a Roma, donde se educó en el arte de la retórica. Durante su juventud, Tácito presenció los últimos años del reinado de Nerón, su caída y la guerra civil que le sucedió, hechos que le marcaron profundamente.

Año de los cuatro emperadores - Wikipedia, la enciclopedia libre
Mapa del Imperio Romano en el Año de los 4 Emperadores (69 d.C.) tras la muerte de Nerón.

Con la llegada de la nueva dinastía Flavia (Vespasiano, Tito y Domiciano), la carrera política de Tácito despegó y se benefició enormemente de su apoyo. Tanto es así, que incluso lo menciona en una de sus obras: “no negaré que mi privilegiada situación comenzó con Vespasiano, la aumentó Tito y llegó al máximo con Domiciano”. Pasó por todas las magistraturas romanas hasta finalmente llegar al consulado en 97, y fue por aquel entonces cuando comenzó su esfuerzo literario.

Debido a que Tácito había sido un gran beneficiado de la dinastía Flavia, cuando esta cayó y llegaron los Antoninos (Nerva y Trajano especialmente), la carrera política de Tácito se vio perjudicada. Con el objetivo de congraciarse con el nuevo régimen, Tácito comenzó a escribir obras que criticaban veladamente la tiranía de Domiciano, el último de los Flavios. Su primera obra era una biografía de su suegro, Agrícola, quien tras disfrutar de una carrera militar exitosa fue apartado de la política por Domiciano. En esta primera obra Tácito comenzaba sus críticas hacia la tiranía de los emperadores.

Las dinastías de emperadores romanos, del Principado al Dominato
Dinastía Antonina. Tácito murió en el 4º año del reinado de Adriano (120).

Su siguiente obra fue Germania, en la que Tácito estudiaba las costumbres de los germanos, un pueblo que provocaba gran interés entre los romanos. Esta obra, no obstante, no es un simple ejercicio etnológico, sino que es también y sobre todo una crítica a Domiciano, puesto que el emperador había afirmado que su campaña contra los germanos los había subyugado, y Tácito argumenta que estos seguían siendo libres.

A pesar de sus esfuerzos, la carrera política de Tácito siguió estancada unos años más, que aprovechó para escribir su segunda obra más importante: las Historiae. Esta obra trata los hechos que sucedieron tras la muerte de Nerón en 68, la guerra civil de 69 en la que 4 emperadores fueron coronados, y la victoria final de Vespasiano (69-79). En ella, Tácito muestra la actitud pesimista y crítica que tenía hacia el sistema imperial, en el que lo normal era el vicio y donde destaca la dificultad de actuar noblemente en un sistema tiránico. Los personajes suelen ser débiles, avaros y cobardes; pocos son descritos como ejemplos de virtud.

Finalmente, Tácito logró congraciarse con Trajano y en 113 fue nombrado gobernador de la provincia de Asia (actual Turquía). Tras su regreso, escribió su magnum opus, los Annales. Esta obra se centra en la dinastía Julio-Claudia desde la muerte de Augusto en 14, pasando por los reinados de Tiberio (14-37), Calígula (37-41, cuyos libros se han perdido), Claudio (41-54) y finalmente Nerón (54-68).

Las dinastías de emperadores romanos, del Principado al Dominato
Dinastía Julio-Claudia.

Los Annales destacan por su crítica hacia la decadencia de la élite senatorial y a las pasiones y vicios de la familia imperial. Aunque Tácito deja claro que el nuevo sistema despótico es necesario para mantener la paz, critica vehementemente a los emperadores débiles o moralmente corruptos como Tiberio o Nerón. De esta obra también surgen las historias más conocidas de la familia imperial, como es la descripción de Livia como una mujer malvada y maquinadora, que está dispuesta a cualquier cosa para lograr que su hijo reine el imperio tras Augusto. Aunque Tácito nunca acusa directamente a Livia, deja entrever que existen rumores de que la malvada «madrastra» fue la responsable de las muertes sospechosas de algunos herederos de Augusto.

I, Livia – Contacting the Classics
Siân Phillips como Livia en la serie «Yo, Claudio» de 1976.

Otra historia que debemos en gran medida a Tácito es la de la mujer del emperador Claudio, Mesalina. Tácito describe a Claudio como un emperador débil y estúpido, que no se entera de lo que sucede en su propio palacio. Mientras tanto, Mesalina es una mujer voraz, que engaña a su esposo con multitud de hombres, llegando incluso a apostar con la prostituta más famosa de Roma y venciéndola en un concurso sexual.

Como podemos ver, el juicio hacia las mujeres en Tácito es algo común. Pero no debemos simplemente asumir que Tácito era un misógino (que algo tendría), sino que con su crítica hacia la mujer imperial lo que está haciendo es censurar a su marido o a su hijo, que son indirectamente descritos como débiles y cobardes, o simplemente estúpidos. Así, la crítica hacia Livia realmente lo es hacia Tiberio, Mesalina es un síntoma de la debilidad de Claudio, y Agripina la Menor de la de Nerón.

I, Claudius, I Love Your Bitchiness –
Mesalina (Sheila White) y Claudio (Derek Jacobi) en la serie «Yo Claudio» de 1976.

En conclusión, Tácito es el gran responsable de la visión moderna que tenemos del régimen imperial: podrido de decadencia moral, en el que los emperadores y sus mujeres están más preocupados por los placeres carnales y el lujo desenfrenado que por el buen gobierno de Roma. No obstante, no existía alternativa, pues solo el Imperio era capaz de mantener Roma en paz, y eso generó un gran pesimismo en Tácito, que es claramente visible en su obra. A su muerte, Tácito se había convertido en uno de los grandes historiadores romanos del imperio, y la historiografía moderna no ha hecho más que confirmarlo.