Un minuto de Eduardo Rosales

Nació en Madrid en 1836, entrando a formar parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1851, recibiendo formación de grandes maestros como Federico de Madrazo, Luis Ferrant o Carlos de Haes. A los 19 años quedó huérfano, logrando sobrevivir mediante pequeños encargos. En 1856 enfermó de tuberculosis, enfermedad de la que nunca llegó a recuperarse.

Al año siguiente viajó a Roma, donde vivió durante 12 años. De nuevo sin recursos, logró salir adelante mediante encargos menores, hasta que recibió una beca en 1859. Desde que llegó a la capital italiana, estuvo buscando un tema histórico que presentar a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864. La temática que eligió, y que se transformó en la que podríamos considerar su obra maestra, fue “Doña Isabel la Católica dictando su testamento”. Con una reducida y sobria gama cromática, así como un dibujo preciso realizó un óleo que tuvo su raíz y recordó (como afirmaron algunos de sus críticos contemporáneos) a Velázquez. El lienzo le logró la primera medalla en la Exposición. 

Doña Isabel la Católica dictando su testamento – Eduardo Rosales (Museo del Prado)

Su siguiente participación en la Nacional, en 1871 con su cuadro “La muerte de Lucrecia”, también le otorgó la primera medalla, aunque la crítica fue feroz con él, tachando al lienzo de “boceto”. A partir de 1872 comenzó a pintar al aire libre, aunque también atendió otro gran número de encargos.

A partir del verano de 1873 su enfermedad empeoró. El 8 de agosto fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes en Roma, recibiendo su credencial el 11 de septiembre. Por desgracia, murió a los dos días, por lo que no pudo desempeñar tan importante cargo. Sus restos descansan hoy en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid.

Un minuto de José Zorrilla y Moral

Valladolid, 1817 – Madrid, 1893.

Pertenece al romanticismo, y brilló por sus dotes poéticas y de dramaturgo.

Su peculiar y chocante relación con su padre le influyó en todos los aspectos de su vida. Era un hombre práctico y partidario del Antiguo Régimen, por lo que se refugió enormemente en su tierna madre. Su familia influyó enormemente en su producción literaria. 

Comenzó su educación en Valladolid, pero debido al trabajo político de su padre, su residencia y por tanto, estudios, fueron variando. A su llegada a Madrid en 1827 ingresó en el Real Seminario de Nobles donde su gusto por las letras comenzó a surgir. 

Tras el fallecimiento de Fernando VII su padre fue desterrado, llevándose a su familia al pequeño pueblo burgalés de su esposa, e influyendo así las tierras castellanas en la poesía y la prosa del dramaturgo. Más tarde, la obstinación de su padre lo llevó a convertirse en abogado. En Toledo, donde estudió Derecho, se acercó aún más a las letras, lo que le valió el regreso a Valladolid. Ahí comienza su producción literaria, tanto en prosa como en verso. 

Sin embargo, desde Valladolid decidió escapar a Madrid donde podría perseguir su verdadera vocación: las letras. Vivía de incógnito para evitar ser reconocido por su padre, y mientras, trataba de apañárselas como podía buscando subsistencia en esporádicas publicaciones para diversas revistas. Entabló gran relación con reconocidas personalidades y colaboró con El Español, donde se publican algunos de sus poemas, y gracias a lo cual percibía un salario digno.

Sus temas variaban entre paisajes castellanos, una España decadente y en Guerra Civil, amores y desamores, y otros.  

En 1839 despega su carrera como dramaturgo con la obra Juan Dandolo y a partir de aquí, durante una década, dominaría la escena española.

Su obra maestra, Don Juan Tenorio, fue supuestamente escrita en tan solo 20 días, y aclamada por la crítica a grandes rasgos. Es, además, la única obra teatral española que ha sido representada con continuidad desde su estreno hasta hoy. Incansable viajero encontró inspiración en distintas partes del mundo. 

Toda su producción literaria obtuvo, desde un primer momento, gran estima y reconocimiento por parte de los críticos, si bien también las ocasionales reprobaciones. Su producción literaria fue muy prolífica. 

Finalmente murió en Madrid en 1893, tras batallar con su estado de salud durante cuatro años.